Ojo seco
¿Qué es el ojo seco?
El síndrome de ojo seco, también conocido como síndrome de sequedad ocular, es una enfermedad causada por una lubricación deficiente de la superficie ocular. Esto puede deberse a una baja cantidad de lágrimas, lágrimas de mala calidad o un exceso de evaporación.
Síntomas del ojo seco
Los síntomas del ojo seco más habituales son: sensación de “arena” o de un cuerpo extraño, escozor, ardor, enrojecimiento, sensación de fatiga o pesadez y lagrimeo.
En casos de sequedad severa puede aparecer dolor por la aparición de lesiones en la córnea o pérdida de visión.
Causas del ojo seco y factores de riesgo
- La causa más frecuente es la disminución de la producción de lágrima a causa de la edad. Las glándulas lacrimales se van atrofiando con el paso de los años.
- Los factores ambientales, como los aires acondicionados, las calefacciones y los climas cálidos y secos.
- Cambios hormonales, como la menopausia o el uso de algunos anticonceptivos orales.
- El uso prolongado de lentillas.
- Algunas enfermedades sistémicas como el síndrome de sequedad primaria o de Sjögren, y la artritis reumatoide.
- Algunas cirugías oftalmológicas, como la cirugía láser para corregir defectos refractivos.
- El síndrome de la pantalla de ordenador resulta de la interacción de varios factores, como una frecuencia de parpadeo deficiente, un entorno con baja humedad (debido a calefacciones o aires acondicionados) y las radiaciones emitidas por las pantallas.
¿Se puede prevenir?
Algunas medidas útiles para prevenir la sequedad ocular son:
- No abusar del uso de lentillas.
- Evitar el aire directo sobre la cara.
- Utilizar gafas de sol.
- Cuando estemos periodos largos utilizando el ordenador, realizar pausas frecuentes y forzar el parpadeo para estimular la producción de lágrima.
Es recomendable comunicar al oftalmólogo cualquier síntoma sugestivo de ojo seco, ya que una detección y tratamiento precoces ayudarán a prevenir la progresión de la enfermedad.
Tratamiento del ojo seco
El tratamiento del ojo seco es, generalmente, prolongado y en algunos casos, para toda la vida y se basa en la aplicación de lágrimas artificiales. En la actualidad, disponemos de una gran variedad, que se diferencian por los componentes y por el grado de densidad que poseen.
Otras terapias posibles son el uso de tapones para bloquear los conductos lacrimales, hecho que permite conservar durante más tiempo la lágrima a la superficie ocular. Y en casos más graves se puede recurrir a terapias adicionales como el uso de suero autólogo (lágrimas enriquecidas con la sangre del paciente, tratada previamente) o corticoides e inmunosupresores tópicos.