estrés visual

Estrés visual: qué es, síntomas y cómo prevenirlo

¿Terminas el día con los ojos pidiendo tregua a gritos? ¿Sientes a menudo que las pantallas se han convertido en tu peor enemigo? No estás solo. En nuestra vida hiperconectada, una sensación de cansancio y molestia ocular se ha vuelto demasiado familiar para muchos. Este fenómeno tiene nombre: estrés visual.

¿Qué es el estrés visual?

El estrés visual, también conocido como astenopia o fatiga ocular, es una condición cada vez más prevalente en la sociedad moderna. De hecho, se estima que un porcentaje muy elevado de las personas que usan dispositivos digitales de forma habitual, posiblemente entre 7 y 9 de cada 10, experimentan sus síntomas. Aunque a menudo se asocia al uso intensivo de pantallas, sus causas son variadas.  

Comprender qué es el estrés visual, por qué aparece y cómo reconocer sus señales es el primer paso para proteger nuestra salud ocular. En IOMESDE, como especialistas en oftalmología, nos preocupamos por tu salud visual, por eso queremos darte toda la información necesaria para que puedas identificarlo y aliviarlo.

¿Sientes tus ojos cansados? Podrías sufrir estrés visual

Esa sensación de tener los ojos agotados al final de la jornada laboral o tras horas de lectura o conducción es una queja muy común. Si te resulta familiar, es muy posible que estés experimentando estrés visual. Pero, ¿qué significa exactamente y cómo se diferencia del simple cansancio? Veámoslo a continuación.

El estrés visual, conocido técnicamente como astenopia, es una condición oftalmológica que surge cuando sometemos nuestros ojos a un uso intenso y prolongado. Es, en esencia, la respuesta de los músculos oculares ante un esfuerzo excesivo mantenido en el tiempo, similar a la fatiga que sentirían otros músculos del cuerpo tras un ejercicio intenso.  

Aunque a menudo usamos «fatiga ocular» o «vista cansada» como sinónimos, el estrés visual engloba un conjunto de síntomas específicos derivados de este sobreesfuerzo, especialmente al enfocar objetos cercanos durante largos periodos. No se trata solo de sentirse cansado en general, aunque la fatiga general puede contribuir, sino de una tensión localizada en el sistema visual.  

La magnitud del problema es considerable. Diversos estudios apuntan a que entre el 70% y el 90% de las personas que utilizan pantallas de visualización de datos (PVD) de forma regular padecen síntomas relacionados con el estrés visual o el denominado Síndrome Visual Informático (SVI). Esta alta prevalencia subraya la importancia de entender sus causas y aprender a manejarlo.  

¿Por qué aparece el estrés visual?

Como es lógico, el estrés visual no surge de la nada. Es el resultado de una combinación de factores relacionados con nuestros hábitos, el entorno y nuestra propia condición visual y general. Identificar estas causas es fundamental para poder actuar sobre ellas.

Vivimos rodeados de pantallas: ordenadores, móviles, tablets, televisores… Su uso prolongado es, sin duda, una de las causas más frecuentes de fatiga ocular en la actualidad. Este fenómeno se conoce como Síndrome Visual Informático (SVI).  

El problema radica en el esfuerzo constante que realizan nuestros ojos. Al mirar una pantalla cercana, el músculo ciliar (responsable del enfoque) se contrae de forma sostenida, lo que acaba por agotarlo. Además, frente a una pantalla, tendemos a parpadear mucho menos, a veces hasta la mitad de lo normal. Este parpadeo reducido impide una correcta lubricación del ojo, llevando a la sequedad ocular.

qué es el estrés visual

Factores como el brillo excesivo, los reflejos en la pantalla o un contraste inadecuado también contribuyen a la tensión visual. Si bien se habla mucho de la luz azul, la evidencia científica actual sobre su impacto directo en la fatiga visual es limitada, aunque sí puede afectar a los ritmos de sueño.  

Más allá de las pantallas, nuestro entorno y costumbres juegan un papel crucial. Una iluminación inadecuada, ya sea por ser demasiado tenue o, por el contrario, excesivamente intensa o generar deslumbramientos, obliga a nuestros ojos a esforzarse más.  

La ergonomía del puesto de trabajo es clave: una distancia incorrecta a la pantalla (demasiado cerca o lejos), un ángulo de visión inadecuado o una mala postura corporal pueden generar tensión no solo visual, sino también muscular en cuello y espalda. El ambiente también influye; el aire seco provocado por aires acondicionados o calefacciones también puede agravar la sequedad ocular.  

No podemos olvidar la importancia de una visión correctamente corregida. Defectos refractivos como la miopía, hipermetropía, astigmatismo o la presbicia (vista cansada), si no están bien compensados con gafas o lentillas, fuerzan al sistema visual a trabajar extra, acelerando la aparición de la fatiga. Otras tareas que requieren concentración visual prolongada, como leer, coser o conducir largas distancias, también pueden desencadenar estrés visual.  

Nuestro estado de ánimo y nivel de estrés general también repercuten en la salud visual. Situaciones de ansiedad, nerviosismo, depresión o la simple falta de sueño pueden manifestarse a través de síntomas oculares.  

El cuerpo, bajo estrés, libera hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias preparan al organismo para la «lucha o huida», provocando, por ejemplo, la dilatación de las pupilas. Si estos niveles hormonales se mantienen elevados de forma crónica, pueden tener efectos negativos, incluyendo posibles cambios en la presión intraocular, especialmente relevantes en personas con glaucoma.  

Señales de alarma: identifica los síntomas del estrés visual

El estrés visual se manifiesta de formas diversas, y los síntomas pueden variar de una persona a otra. Sin embargo, existen una serie de señales comunes que pueden alertarte de que tus ojos están pidiendo un descanso. Prestar atención a estas señales es el primer paso para buscar alivio.

Imaginemos a Laura, diseñadora gráfica. Tras 8 horas frente al monitor, nota que las letras bailan en la pantalla, siente los ojos secos y un leve dolor de cabeza. Al intentar mirar por la ventana, le cuesta enfocar los edificios lejanos. Estos son signos clásicos de estrés visual, que a menudo se intensifican al final del día o tras realizar tareas visualmente exigentes.

Reconocer estos síntomas es crucial. Si experimentas varios de ellos de forma recurrente, es probable que sufras estrés visual.

síntomas del estrés visual

Prevención y tratamiento del estrés visual

La buena noticia es que el estrés visual, en la mayoría de los casos, se puede prevenir y aliviar con medidas relativamente sencillas. Adoptar hábitos saludables para los ojos y realizar algunos ajustes en el entorno de trabajo o estudio puede marcar una gran diferencia. Veamos algunas claves.

Una de ellas es la conocida y efectiva regla del «20-20-20»: cada 20 minutos de trabajo visual cercano (pantalla, lectura), aparta la mirada durante al menos 20 segundos hacia un objeto que esté a 20 pies de distancia (unos 6 metros). Este simple gesto permite relajar los músculos responsables del enfoque.  

Además de estas micropausas, es recomendable realizar descansos más largos, de unos 5 a 10 minutos por cada hora de trabajo continuado frente a pantallas. Levántate, camina un poco, estírate… tus ojos y tu cuerpo te lo agradecerán.  

Por otra parte, el lugar donde trabajas o estudias también influye. Asegúrate de que la pantalla del ordenador esté a una distancia adecuada, aproximadamente a la longitud de tu brazo (entre 50 y 70 cm). El borde superior de la pantalla debe quedar a la altura de tus ojos o ligeramente por debajo, para mantener una postura cómoda del cuello.  

La iluminación es crucial. Evita los reflejos y deslumbramientos en la pantalla, colocando el monitor de forma que las ventanas o fuentes de luz intensa no incidan directamente sobre él. Es preferible una iluminación ambiental general, preferiblemente indirecta, complementada si es necesario con una luz de trabajo focalizada que no te dé directamente en los ojos.

Mantener una buena postura, con la espalda recta y los pies apoyados en el suelo, utilizando una silla ergonómica si es posible, también contribuye a reducir la tensión general y visual.  

Y aunque puede sonar básico, parpadear de forma consciente y completa es vital. Al concentrarnos, especialmente en pantallas, nuestra frecuencia de parpadeo disminuye drásticamente. Haz un esfuerzo consciente por parpadear más a menudo para mantener la superficie ocular hidratada.  Además, si sientes sequedad, las lágrimas artificiales (colirios lubricantes) pueden ser un gran aliado.

Controlar la calidad del aire con un humidificador, si el ambiente es muy seco (por aire acondicionado o calefacción), también puede ayudar de forma considerable.  

Finalmente, no subestimes el poder de un estilo de vida saludable: dormir las horas suficientes (unas 8 horas), gestionar el estrés mediante técnicas de relajación o ejercicio físico, seguir una dieta equilibrada y realizar actividades al aire libre para ejercitar la visión de lejos son pilares fundamentales para el bienestar general y también para tu salud visual.

¿Cuándo acudir al oftalmólogo?

Adoptar buenos hábitos y realizar ajustes ergonómicos puede aliviar muchos casos de estrés visual. Sin embargo, hay situaciones en las que la automedicación o las medidas generales no son suficientes y es crucial buscar atención oftalmológica profesional.

Estos son los supuestos en los que sería necesario acudir a un especialista:

  • Si los síntomas persisten o empeoran a pesar de haber intentado aplicar las medidas preventivas (descansos, ergonomía, etc.).
  • Si experimentas dolor ocular intenso o constante.
  • Si notas cambios repentinos en tu visión: visión borrosa que no mejora, visión doble persistente, pérdida parcial o total de la visión (aunque sea temporal).  
  • Si sufres dolores de cabeza frecuentes o muy intensos asociados al esfuerzo visual.
  • Si los espasmos o temblores en los párpados son continuos o muy molestos.  
  • Si percibes destellos de luz o un aumento súbito de «moscas volantes» (miodesopsias).  
  • Si, las molestias visuales interfieren significativamente en tu trabajo, estudios o calidad de vida.

Con una revisión oftalmológica completa el especialista podrá confirmar el diagnóstico y detectar problemas subyacentes, así como evaluar si existen defectos refractivos no corregidos u otras patologías. Tras el diagnóstico, podrás recibir un plan personalizado, así como pautas de higiene visual adaptadas a tu caso en particular.

Conclusiones sobre el estrés visual

El estrés visual es, sin duda, uno de los compañeros indeseados de la actual era digital. La buena noticia es que, en gran medida, está en nuestras manos prevenirlo y aliviarlo. Ser conscientes de las causas –desde el uso intensivo de pantallas hasta la iluminación o el estrés general– y reconocer los síntomas a tiempo son los primeros pasos fundamentales.

Sin embargo, no debemos subestimar las señales de alarma. Si las molestias persisten, son intensas o notas cambios preocupantes en tu visión, llegará el momento de confiar en los expertos.

En IOMESDE, nuestro equipo de oftalmólogos especializados está preparado para evaluar tu caso de forma individualizada, ofrecerte un diagnóstico preciso y proponerte las soluciones más adecuadas.

¡Cuida tus ojos, cuida tu visión! No esperes más. Pide tu cita en IOMESDE hoy mismo y da el paso hacia un mayor bienestar visual.

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