¿Qué es la DMAE?
La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa de la zona central de la retina llamada mácula, que tiene como consecuencia, la pérdida progresiva de la visión central. En la actualidad, constituye la principal causa de baja visión en personas mayores de 65 años.
Existen dos tipos de degeneración macular
– La DMAE SECA o atrófica es la forma más frecuente (80-85% de los pacientes) y menos grave. Se caracteriza por una evolución más lenta y progresiva. Las células visuales de la mácula se sustituyen por áreas atróficas, que hacen que el paciente vaya perdiendo lentamente visión a la zona central de su campo visual.
– La DMAE HÚMEDA o exudativa es menos habitual (15-20% de los pacientes), pero su progreso es más rápido. Se caracteriza por el crecimiento de vasos sanguíneos de paredes muy finas, que acaban filtrando fluidos y sangre a la mácula. La pérdida de visión central puede ser muy severa.

Síntomas
Los enfermos con DMAE van perdiendo de forma gradual la visión central, hecho que se manifiesta por la dificultad para leer, coser, conducir o cualquier otra actividad de precisión.
Al mirar una persona, los afectados de DMAE no reconocen la cara o la ven borrosa o distorsionada. Sin embargo, pueden andar sin tropezar y mantener cierta autonomía, puesto que el campo de visión periférico es, generalmente, bono.
En algunos pacientes, sobre todo los que sólo tienen afectado un ojo, la enfermedad puede pasar desapercibida, porque el ojo sano puede compensar el ojo enfermo.
¿Por qué aparece?
Los factores de riesgo unánimemente reconocidos son: la edad, la predisposición genética y el tabaquismo. Otros factores de riesgo que están en fase de estudio serían la hipertensión arterial, la exposición crónica a la luz y una dieta inadecuada.
Las células que forman la retina consumen muchos recursos, especialmente a la mácula, donde la densidad celular es mucho más elevada que en cualquier otra área de la retina. Este alto consumo implica, también, la creación de mucho material de desecho que se va eliminando. Con el paso de los años y por los factores mencionados con anterioridad, la capacidad de eliminar estos materiales disminuye y se van acumulando en la retina, hecho que conocemos como drusas. El problema es que la acumulación crónica y constando de drusas acaba impidiendo que los nutrientes puedan llegar a los fotorreceptores, que son las células visuales de la retina; estos acaban degenerando y se pierde, de forma progresiva la visión central. Es el que conocemos como DMAE SECA.
En un grupo de estos pacientes, la falta de oxígeno y nutrientes puede provocar un proceso de angiogénesis, es decir, la retina se defiende creando nuevos vasos sanguíneos, porque le aporten los recursos que no tiene. El problema es que estos vasos de nueva formación o neovasos, tienen una gran tendencia a producir hemorragias, crecen de forma descontrolada y pueden destruir el área macular. Es el que conocemos como DMAE HÚMEDA.
¿Se puede prevenir?
La DMAE no se puede prevenir porque va ligada al envejecimiento. Sin embargo, al observarse una mayor incidencia en fumadores y personas con antecedentes familiares, sí que pueden tomarse algunas medidas.
Se recomienda una dieta sana, no fumar y realizar revisiones oculares periódicas a partir de los 50 años.
Tratamiento
La DMAE HÚMEDA se intenta controlar con inyecciones intravítreas de antiangiogénicos, que tienen como objetivo frenar la aparición y el crecimiento de los vasos sanguíneos de nueva creación que son los que causan esta enfermedad.
En la actualidad, disponemos de tres fármacos: ranibizumab (Lucentis®), bevacizumab (Avastin®) y aflibercept (Eylea®). Es importante saber que ninguno de estos fármacos puede curar la enfermedad. Son tratamientos paliativos para frenar la enfermedad y que, en la mayor parte de los pacientes, hay que administrarlos de forma repetida, puesto que la enfermedad tiene tendencia a activarse con el paso del tiempo.
Para la DMAE SECA no existe un tratamiento eficaz, aunque la administración de complejos antioxidantes consigue atenuar la enfermedad.